lunes, 3 de septiembre de 2012

Parte 2

(Cualquier música de rock en español) (Por defecto: “Todo es mentira” – Café Quijano)

David abrió los ojos. Su vista estaba clavada en el techo del vagón. La música le llegaba del asiento de al lado. Giro el cuello y vio que era una chica la que estaba sentada a su lado. Llevaba unos cascos, los clásicos “orejeras” y la música debía estar a tope porque se escuchaba a todo volumen. David volvió a recostarse, pero se irguió de golpe.

La estación en la que estaba era la de Santa Eugenia. Faltaban la de Vallecas, el Pozo, Asambleas y por fin la estación de Atocha. El viaje había sido medianamente corto pero David había dormido bien. El chico irguió en su asiento, cruzo las piernas y apoyo la cabeza en el cristal del vagón.

“Bueno… No se que decirle a Emma para una posible declaración. No quiero soltar nada cursi pero tampoco nada estúpido. Quizá al pensar esto lo estoy haciendo de forma estúpida, pero la verdad es que quiero que hoy… sea mi novia. Lo que acabo de decir suena estúpido pero es verdad. Podría decirlo de mil maneras pero el mensaje es ese. Y claro, cuanto mas lo pienso, mas complicado se me hace…”

Paso el tiempo y David seguía mirando los paisajes que se veían por el cristal del vagón. La perspectiva de declararse a Emma le asustaba pero a la vez era como un chute de adrenalina. Emma era una chica un poco complicada, ya que tenia ciertos gustos que eran fuera de lo normal. Su inteligencia, su vocabulario, su sonrisa cada vez que alguien le hablaba, hacia que diera un poco de “miedo”.

Pero David llevaba planeando todo esto desde que la conoció. Ya había pasado la etapa de amigo del alma y ahora quería algo serio con ella.
  • Próxima estación: Atocha. Final de trayecto. – dijo la voz computarizada de la RENFE.
David se puso en pie y se acerco hacia la puerta. Todos bajaban en esta estación. David vio como las puertas se abrían y el chico se dispuso a salir. La estacion de Atocha era una estancia grande, con sus 6 railes y trenes descargando y descargando gente a cada minuto. David avanzo unos metros hasta llegar a la escalera mecánica. Subio por ella y se apoyo en una de las barras que allí había. Contemplar la estación le parecía lo mas bonito en lo que iba de día.


Y claro... eso le ayudaba a pensar... en como decirle a Emma lo que quería y sentía por ella...


"Tiene que ser algo original. Nada de rollos infantiles, que no tenemos 12 años. Tengo 15 años y es una edad perfecta para tener novia. Si... Nada podrá salir mal. Solo tengo que decirle: Emma me gustas desde que te vi... ¿Quieres ser mi novia? Es que es tan simple que parece mentira que la gente se haga tantos problemas. Ademas, seguro que Emma..."
  • Tenga usted muy buenos días, señorito. - dijo una voz femenina.
David se dio la vuelta. Sin darse cuenta, Emma estaba enfrente de el. Era una chica alta, guapa, con el cabello color caoba. Debido al corte de pelo, tenia el rostro en forma de corazón. Los ojos de un color peculiar, un color miel que llamaba la atención. Una nariz recta y unos labios carnosos completaban el rostro. De contextura delgada, vestía ropas que eran mas grandes que su talla habitual. A eso se le sumaba algo que, posiblemente, sea su tarjeta de presentación: unas zapatillas tenis rosadas. Un pequeño bolso echo a mano colgaba de su hombro hasta su cintura. Emma sonrió.
  • Emma, joder, que alegría verte. - dijo David acercándose y dándole un beso en la mejilla.
  • Igualmente, David. - dijo la chica.
  • Por cierto, feliz cumpleaños. No se porque no te lo he dicho antes, pero el tema es ese. ¡Que alegría! - dijo David y se sintió estúpido.
  • Muchas gracias, de verdad. - dijo Emma, levantando un teléfono móvil. - Estoy muy solicitada hoy. - dijo y se puso a hablar por el.
David se sentía como un idiota. Se estaba comiendo con patatas sus palabras de antes. Sabría que en el día de su cumpleaños, Emma estaría mas solicitada que nunca. Encima se le vendría el resto de chicos que conformaban un grupo de amigos que Emma y David tenia en común. No habría lugar donde declararse a Emma. David dudo.
  • Nada, que era mi hermano. Me ha llamado diciendo que vayamos avanzando, ya que Andrea y Maria van a tardar un pelin. ¡Ah! Y que Lucas y Mario recién están desayunando, uno en su casa y el otro en su bar, respectivamente. - dijo Emma, como quien explicara algo a un alumno.
  • Vale... Vale. - dijo David.
  • Asi que nada... ¿Vamos tomando el tren hasta la Gran Via? - dijo Emma, señalando el tren.
  • Emma, tengo que hablar contigo de algo. - dijo David, armándose de valor.
  • Si, dime. - dijo Emma, sonriendo.
David se quedo de piedra. "Mierda... tenia que sonreír de esa manera... me ha cortado el rollo y me ha acojonado. Inventate algo, rápido..."
  • Que... que... - dijo David, funcionando su cerebro lo mas rapido que pudo. "Que follon mas tonto" - ¡Ah si! Que tengo aqui tu regalo sorpresa. Mira, te lo doy y asi...
  • Si me lo has dicho, ya no es sorpresa. Es incongruente completamente. - dijo Emma, sonriendo.
  • Si bueno. Pero el caso es ese. - dijo David, abriendo su mochila.
  • David, les dije que no quería nada. Los cumpleaños son para pasarla en familia y con algunas buenas amistades. Eso de regalarse cosas, nunca lo he visto del todo bueno. ¿De verdad necesitas darme un obsequio para demostrar que os acordáis de mi?  Y eso sin contar el dinero que os gastáis o el posible dilema absurdo que si me gustara esto o si me gustara lo otro. Es gastar fuerzas, energías y buen humor a lo bobo. Si lo importante es que vengáis. Eso supera cualquier regalo que me podríais hacer. Pero tampoco quiero desprestigiar o rechazar lo que hayáis comprado. Lo que pasa es que no me gusta ver como la gente se vuelve loca con un regalo, llegando a jugarse su estabilidad mental como monetaria. Prefiero que uséis eso en otras cosas, como la ayuda humanitaria... o en mejorar las calificaciones, que nunca viene mal. Y se que puedo aburrirte con esto que estoy diciendo, pero lo tengo que decir. Lo siento. - dijo Emma, inclinando la cabeza. 
  • No, si tienes razón... Pero quizá uno se acostumbra de pequeños a eso. Cumpleaños es igual a regalo. Y cuantos mas caros, mejor. - dijo David.
  • De hecho, algunas costumbres de ciertos pueblos consisten en dar el mejor regalo posible. Llegan a la violencia con tal de demostrar que su regalo es el mas grande y caro de todos. - dijo una voz masculina.
  • ¡Mario! - dijo Emma.
David se dio la vuelta. Enfrente tenia al chico mas raro que era posible. Alto, gordo y moreno. Su tez y rasgos eran de origen sudamericanos. Tenia un cabello negro azabache, corto. Una cara redonda, con unos ojos un poco "achinados", nariz ancha y unos pómulos un poco elevados. Vestía ropas formales pero todas de colores oscuros. Llevaba una mochila azul deportiva, del Real Madrid, con las correas hasta el limite, por lo que la mochila le llegaba mas abajo que la cintura pero no tanto hasta las rodillas. En una mano tenia una porra (Las de comer) y en otra un diario deportivo: el Marca.
  • Ey, que tal tío. - dijo David, estrechándole la mano en la que el chico llevaba el periódico.
  • Pues muy bien. El café del bar que esta allá - dijo Mario, señalando hacia el fondo de la estación - es una mierda pero las porras están calentitas.
  • ¿Pero tu no estabas desayunando en tu bar? - dijo David.
  • Dije en un bar, no especifique en cual. - dijo Mario. - Por cierto, que he visto en la televisión que el hombre del tiempo ha dicho que hoy va a ser un calor de mierda. Así que si no os importa, podríamos ir avanzando hasta la Gran Via. 
  • Claro, claro. - dijo David, quien la llegada de Mario le había echo olvidar el orden de las cosas.
  • No creas que me he olvidado de ti, Emma. - dijo Mario. - Feliz cumpleaños.
  • Gracias Mario - dijo Emma zarandeándole el cabello al chico. - No puedo negar que tu forma de felicitarme ha sido muy original.
  • Espera ver mi regalo. Solo diré algo para que no nos eches la charla que nos diste el año pasado: No me ha costado nada, no he perdido mucho tiempo y esta hecho con material reciclado.
David sonrió. Mario hablaba de manera muy rápida, quizá para que no dar tiempo a que le interrumpan. Emma estuvo a punto de interrumpirle cuando el chico dijo que no le costo nada pero como Mario siguió hablando, Emma se callo.
  • Y bueno, ¿Que mas os contáis? ¿Llevabais mucho tiempo aquí? - dijo Mario.
  • Pues no. De hecho, íbamos ir directo hasta la Gran Via. - dijo David.
  • ¿Alguien mas iba a venir hacia aquí, Mario? - dijo Emma. - Lo digo para esperarle.
  • Bueno... quizá venga Lucas. Esperad que lo llamo. - dijo Mario, sacando un teléfono móvil y demorándose mas de lo normal en llamar. - Pondré el altavoz.
  • ¿Que haces? - le dijo Emma.
  • Ya veréis... - dijo Mario, llamando. - Hola, buenos días. ¿Con el banco de semen, por favor?
  • ¿Que? - dijo la voz de un chico por el teléfono. - Oiga, si es una broma, no tiene ni puñetera gracia.
  • Que soy yo, Lucas. - dijo Mario, a punto de reirse. - ¿Que? ¿Vienes a la estación de Atocha o te esperamos en la que esta cerca a la Gran Via?
  • Seras gilipollas. Anda que no tienes mejor cosa que hacer que gastarme una de tus bromitas. - dijo Lucas, enfadado. - Que si, que me esperéis en la estación de Atocha. Que vamos todos juntos, con Andrea, Maria, Pablo, Carlos y Alicia.